Tengo que explicar este titular para que se entienda pues, sin ella, es muy difícil comprender su significado. Procedo pues a desglosarlo con la misma satisfacción con la que disfruto de ambos temas: patatas y libros.
La pasada semana tuve el honor de participar en el corazón de la Comarca del Campo de Cartagena, concretamente en La Puebla, en la XV Fiesta de la Patata. Disfruté con la inauguración del “Monumento a la Patata” el cual fue muy merecido. Desde nuestro Ayuntamiento ya se está trabajando junto con los agricultores y los vecinos de La Puebla para que la patata de dicho lugar tenga la denominación de calidad que se merece, con la finalidad de solicitar medidas para protegerla frente a la llegada de tubérculos procedentes de terceros países.
Además, también se está poniendo sobre la mesa el objetivo de lograr que la Fiesta de la Patata sea declarada de Interés Turístico Regional, con el fin de que se conozca dónde se produce este producto, su sabor y la calidad genuina de las variedades que se cultivan en esta zona de nuestro campo, poniendo en valor el trabajo de nuestros agricultores.
Las patatas logran que cocines cualquier plato. Se le añade cualquier cosa a la olla y ya tienes un guiso completo y, además, muy económico y sano, que es lo que está ahora muy de moda: la comida saludable. Resulta pues que tendemos a volver a la comida y tradiciones básicas de nuestros antepasados y a lo que nos están ofreciendo nuestros campos en sus cultivos actuales.
Y si la patata es tan importante en nuestra alimentación, los libros también son un elemento a tener muy en cuenta por muchos motivos, incluidos el gastronómico. Mi amigo Emilio, director de la editorial “La Playa de Los Libros” que tiene su sede en la Villa de Torre Pacheco, está durante estos días en la capital de España con su stand en la Feria del Libro de Madrid, donde ofrece obras de un gran número de autores de nuestra región y una gran diversidad de títulos.
Él me comentaba que, pasear por El Retiro en busca de buenas lecturas, es una tradición que se repite todas las primaveras. Y, como sabe de mi gran afición por la gastronomía me informaba que, en medio de la vorágine editorial, también existen librerías de viejos temas que recuperan libros que no por poco conocidos son menos importantes. Obras curiosas que ofrecen distintas visiones culinarias y que dejan en evidencia que ni la tortilla de patatas es tan antigua ni el sukiyaki algo tan moderno.
Estas joyas empolvadas, de páginas amarillentas y que nadie consulta, encierran las respuestas a muchas de nuestras preguntas. Desde el “Arte de la Cocina”, de Juan Altamiras (1748), pasando por “La Cocina Perfeccionada”, de José López y Camuñas (1876), hasta llegar a una joya escrita en el año 1929: “El Arte de Comer”, de Julio Camba. Asimismo, la recopilación de recetas de Teodoro Bardaji – el gran cocinero divulgador de la primera mitad del siglo XX – en su libro “Las Recetas de Ellas” (1935), es otra gran obra sobre gastronomía de épocas pretéritas.
Pero, en la actualidad, existen una serie de libros de gastronomía para disfrutar con su lectura como “El Idiota Gastronómico”, de Iñaki Martínez; “Tabernas de Madrid, lo castizo en el siglo XXI”. de Andrés Sánchez Magro, el cual está dedicado a las bodegas y es un texto muy prolijo en anécdotas y curiosidades bien documentadas. También podemos leer “Un Puchero de Verdades” de Pepa Muñoz, mujer risueña y una de las cocineras más populares de Madrid gracias a su afamado restaurante Qüenco de Pepa.
Las recomendaciones de mi amigo Emilio superan los cincuenta títulos pero aquí os dejo para no extenderme más, con el compromiso de volver a escribir próximamente sobre libros de gastronomía, fuente inagotable para una buena mesa. Y termino con una reflexión tan real como la vida misma: «La comida, para ser perfecta, debe ir acompañada de una buena compañía».
Tomas Martínez Pagán es miembro de la Academia de Gastronomía de la Región de Murcia.