RAMÓN AVILÉS

Gastrocine

Un festín con bula papal

Picture of Redacción 'The Gastro Times'

No es posible que te guste el cine y comer y no hayas paladeado “El festín de Babette”, película ochentera premiada con un Oscar en la época en la que los Oscar significaban algo.

Cuenta la historia de la joven Babette, que llega a la casa de dos ancianas huyendo de la guerra franco-prusiana a finales del siglo XIX. Allí se encarga de las labores domésticas en el ambiente de puritanismo luterano que representan Martine y Philippa, sometidas a la rigidez de su doctrina religiosa. Tiempo después, un golpe de suerte -le toca la Lotería de Francia- permitirá a Babette agradecer la hospitalidad de sus anfitrionas organizando un banquete de altura.

Se han cumplido treinta y cinco años de este film de 1987, dirigido por el danés Gabriel Axel a partir de la novela de Karen von Blixen. Y en él, a diferencia del libro que adapta, se hace un auténtico homenaje a la cocina. Porque si en el cuento de Blixen el festín era pura anécdota, el director dedica un tercio de su metraje a un menú de lo más suculento con carnes, pescados, caviar, vino y fruta que en manos de Babette se convierten en bocados de placer.

Y es que la joven, que interpreta la actriz francesa Stéphane Audran, sabe lo que hace, ya que se nos va revelando que antes de tener que dejar su querida Francia era la chef del Café des Anglais, el famoso restaurante situado en el Boulevard des Italiens de París. Es por eso que puede preparar exquisiteces como sopa de tortuga, caviar y veuve blinis Demidoff, ensalada de endivias, nueces y lechuga con vinagreta francesa; seguidos de codornices rellenas de trufa negra y foie y reposadas dentro de un vol au van con salsa de vino. Y, para rematar la fiesta, una selección de quesos franceses, fruta fresca con su toque dulce: una deliciosa trata de cerezas, frutas confitadas y licor. En aquella época el café molido era poco menos que un lujo y tampoco falta a una mesa regada con vinos y champagne. 

“El festín de Babette” es la ruptura del puritanismo de una sociedad sometida al aislamiento y los preceptos religiosos, que aún vive ajena a las revoluciones que traerá el XIX. En lugar de usar el dinero del premio para dejar aquel ambiente decadente, la protagonista lo invierte en un banquete que trae luz, alegría y disfrute.

El propio Papa Francisco ha elogiado esta película, que está entre sus favoritas, porque considera que desafía los estereotipos religiosos y explora la idea de una “riqueza alternativa” que proviene del sacrificio personal en favor de la felicidad de los demás.

Por lo tanto, ver la cinta danesa y recrearse con los manjares que pasan delante de los ojos no sólo no es pecado sino que cuenta con bula papal.

Toda una experiencia rica para cuerpo y alma que, más de tres décadas después de su estreno, sigue siendo un bocado exquisito para los paladares más finos.

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