La Guía MICHELIN ha puesto el foco este verano en aquellos destinos donde el mar y la cocina se funden en un mismo paisaje, y San Pedro del Pinatar ha sido incluido en la selecta lista de ‘Los 10 pueblos costeros más gourmets de España‘. Un reconocimiento que sitúa a esta villa murciana al nivel de enclaves tan emblemáticos como Cambados en Galicia, Barbate en Cádiz o Sant Josep de Sa Talaia en Ibiza, y que confirma lo que muchos ya sabían: que aquí se come muy bien.
El criterio de selección no se basa solo en el entorno —aunque el Parque Regional de las Salinas de San Pedro, con sus más de 800 hectáreas de biodiversidad y flamencos rosados, tiene mucho que decir— sino en la calidad de la oferta gastronómica, donde la tradición marinera y la cocina de autor conviven con naturalidad. Como destaca la guía, el municipio “se baña en las aguas serenas y cálidas del Mar Menor, por las que transcurrieron fenicios, romanos y árabes”, lo que convierte cada plato en una continuación de esa historia.
Uno de los principales embajadores culinarios de esta tierra es el restaurante Juan Mari, distinguido con la etiqueta Bib Gourmand que otorga MICHELIN a los locales que logran una excelente relación calidad/precio. La guía destaca que «esta villa puede presumir de su gastronomía en el restaurante Juan Mari, con más de 30 años de recorrido». Ubicado cerca del corazón del pueblo y a un paso de las salinas, este restaurante lleva más de tres décadas haciendo bandera del producto de proximidad, con verduras de temporada, pescado fresco de lonja y arroces de sabor profundo, siempre con una elaboración cuidada y honesta.
Pero más allá de este estandarte reconocido por la guía roja, San Pedro del Pinatar ofrece una amplia y variada escena gastronómica que va desde las tapas marineras junto al paseo de Lo Pagán, hasta restaurantes familiares y barras tradicionales donde los salazones, los caballitos y los mariscos del día siguen reinando.
Este reconocimiento de Guía MICHELIN viene a confirmar que San Pedro no solo es un lugar para disfrutar del baño de lodos, del sol o de sus mercados al aire libre, sino también para sentarse a la mesa y dejarse llevar por los sabores del Mar Menor. Un destino que cada vez suma más razones para quedarse. Y volver.
