El Pleno del Ayuntamiento de Murcia ha aprobado una declaración institucional en homenaje al cocinero murciano Raimundo González Frutos, gran embajador de Murcia y de su gastronomía, fallecido el pasado martes 2 de abril.
De esta manera, y en un momento en que la gastronomía murciana goza de un prestigio cada vez mayor, el Ayuntamiento de Murcia ha aprobado la creación de unos premios gastronómicos que lleven su nombre y reconozcan su buen hacer en la cocina.
En este sentido, la concejal de Gobierno Abierto, Promoción Económica y Empleo, Mercedes Bernabé, ha explicado que «el nombre de Raimundo González siempre estará vinculado al de la gastronomía murciana y creemos que merece un homenaje y reconocimiento».
PRIMERA ESTRELLA MICHELIN PARA LA REGIÓN
Raimundo González Frutos fue uno de los pioneros de la cocina murciana y se convirtió en pilar fundamental para que la gastronomía española sea actualmente la mejor valorada del mundo. Con su labor en los fogones, los productos de la huerta de Murcia ganaron en prestigio e imagen, convirtiéndose así en uno de los mejores embajadores del municipio.
Asimismo, el homenajeado cuenta con multitud de reconocimientos y distinciones como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Murcia, Premio Nacional de Gastronomía, Medalla de Oro y Placa de Bronce al Mérito Turístico, entre otros. «Todo ello lo consiguió construyendo la gastronomía regional con el saber popular como base, evitando que se perdieran muchos de nuestros platos y consiguiendo un prestigio para nuestra gastronomía, que sigue siendo reconocida a lo largo de los años y que nos ha permitido ostentar la capitalidad española de esta materia», ha explicado Mercedes Bernabé.
UNA VIDA DEDICADA A LA COCINA
La pasión por la cocina la heredó de su familia y con nueve años ya compaginaba la escuela y la cocina. Tras la Guerra Civil fue enviado a Francia para aprender cocina internacional. A su vuelta a España, se marcha a vivir con sus tíos que regentan un negocio de venta de vinos a granel, El Rincón de Pepe, en el que se convierte en repartidor, convenciéndoles de que hiciera alguna tortilla de habas o patata para acompañar el vino, naciendo así el que se convertiría en el icono de la cocina murciana.
Fueron las recetas tradicionales heredadas en las familias de generación en generación las que inspiraron sus creaciones, y para ello recorrió pueblos, caseríos y ciudades para conocer de la mano de quienes las cocinaban en casa, cómo se preparaba cada uno de esos platos tradicionales como el guiso de trigo, las berenjenas a la crema, el guiso de pava o el tocino de cielo.