La historia de Muchachicha tiene dos nacimientos. El primero en Molina de Segura hace año y medio, en concreto en el centro comercial Vega Plaza, un emplazamiento que no ayudó a que esta propuesta de cocina mediterránea con toques creativos y fusión tuviera recorrido. El segundo hace cinco meses, en el centro de Murcia, donde, estaba vez sí, encontraron el lugar idóneo para difundir una cocina canalla, informal y divertida, lo que demuestra que una buena propuesta no tiene por qué funcionar en cualquier sitio.
“Sabíamos que en Murcia la aceptación iba a ser mejor pero también tienes más competencia. Al final hay que desmarcarse de lo que están haciendo alrededor. Hay propuestas que también son espectaculares y lo que buscamos es hacer algo divertido y que la gente disfrute”, cuenta Ares García junto a Jesús García, ambos al frente de este local situado en la calle Frenería. Los dueños, recalcan, son otros, José García (también dueño del restaurante Los Cazadores de Corvera), y Juan Pacheco, y ellos son los que gestionan el día a día. Juntos ya habían coincidido en los que era el restaurante Agus, situado en Santa Teresa, y ahora reconvertido en Mala Mía.
El traslado fue un acierto y la propuesta caló en este nuevo local que antaño albergó al restaurante Tiquismiquis, un referente de esa cocina canalla y creativa que agitó la escena gastronómica hace más de 10 años. Así que el local no ha podido ser más adecuado para su línea gastronómica.
“El cambio de emplazamiento fue un acierto. Había que hacer un cambio muy grande pero cuando nos lo propusieron, lo vimos claro”, cuenta Jesús, que casualmente vivió encima de este local varios años. “Pasaba por aquí y pensaba, ‘qué chulo. Me encantaría tener un local como este’. Y ahora mira”.
La ubicación era idónea, pero hacerse un hueco en el centro de Murcia no es tarea fácil, algo de lo que eran conscientes y les ha llevado a plantear algo diferente. “Aquí hay mucha oferta gastronómica pero la idea era hacer ruido”, apunta Jesús. La carta se ha elaborado con la idea de ofrecer “algo divertido, más canalla, que no sea sentarte y comer sin más, sino disfrutar de la comida y del ambiente”, señala Ares. “Tenemos una carta muy dinámica, para que la gente disfrute de probar muchas cosas, compartir varios platos y que, al final, sea un festín de sabores”.
En Muchachicha la cocina es mediterránea con toques fusión y con esa reinvención tan en boga de los platos de siempre. Aquí se puede degustar el paparajote pero en su versión salada, con shiso y tartar de gamba blanca; el bocatín de calamares en pan brioche, el pulpo Muchachicha, con tomates mejicanos y un toque picante, o el tartar de salmón con salvia, queso y mermelada de melocotón.
Los arroces merecen una mención especial, melosos y al punto, sobre una bandeja de metal para dos personas, con un golpe final de brasa y concebidos para que sea un plato más del que picar más que como plato individual. Recomendable el arroz de costilla de vaca ahumada. Y entre los postres, no se puede ir uno de aquí sin probar la torrija brioche caramelizada y helado de turrón.
Algo muy importante es que el 80% de los platos de la carta son sin gluten. Se hizo pensando en dar una respuesta a las personas que tienen esa intolerancia o los que no comen gluten por una opción más saludable. “Cuando vas a un restaurante normal, encuentras muchas limitaciones. Aquí vimos con la cocina qué pequeños cambios se podían hacer en los platos para que fueran más accesibles a las personas celiacas. Y viene mucha gente precisamente por ese motivo”, señalan.
El local es grande, con dos alturas, y espacio para 90 comensales, a pesar de lo cual han logrado crear un ambiente acogedor gracias a la compartimentación en varias zonas. “La gente nos dice que tiene la sensación de estar en el salón de su casa aunque esté lleno”, recalca Ares.
Otro apartado muy cuidado es el de la bodega. De momento, disponen de 85 referencias y la idea es alcanzar las 100, con la particularidad de que la mayoría proviene de pequeños productores. Prácticamente “no hay vino comerciales”, asegura Jesús, que es sumiller y el encargado de este apartado, “apostamos por trabajar con vinos de poca producción y poca intervención. Tenemos muchos vinos ecológicos y que no se ven en muchos sitios”.
También cuentan con vinos singulares de lugares como Marruecos, Líbano, Portugal, Francia o Alemania, la mayoría vinos “frescos y ligeros” en la línea de los platos de la carta, con una apuesta especial por los espumosos y el champagne. De la Región hay más de 20 referencias de Bullas, Jumilla y Yecla. “Hay que darle protagonismo a la tierra. En Murcia hay pequeñas bodegas que están haciendo cosas muy interesantes”, subraya.
De momento, se sienten satisfechos con la acogida pero buscan ir a más. «Llevamos cinco meses y hemos conseguido una respuesta muy buena”, apunta Jesús. “Nos queda mucho por hacer pero vamos por el buen camino”.