Carlos Méndez todavía lo cuenta con una mezcla de incredulidad y orgullo. “Nos presentamos sin esperar nada”, dice del Campeonato Nacional de Parrilla celebrado en San Sebastián Gastronómica en 2023, del que salieron con el premio a la ‘Mejor Chuleta de España‘ bajo el brazo. Una chuleta de vaca Frisona madurada a la brasa, elaborada con mimo, precisión y ese punto justo que solo da la experiencia y el respeto por el producto. Contra todo pronóstico, su equipo se impuso en la gran final donde compitieron con pesos pesados de la brasa como Julián de Tolosa o el Asador de Aranda, con una carne que conquistó tanto al jurado profesional como al público. “Cuando oí ‘La Tropical’, se me cayó el móvil. No me lo podía creer”, recuerda aún con emoción.
La anécdota no hace sino confirmar lo que muchos clientes ya sabían: que este restaurante de Los Alcázares, con alma de bar de pueblo, corazón de cocina mediterránea y evolución contemporánea, es un lugar para disfrutar, donde conviven el mejor marisco, las brasas bien entendidas y una de las cartas de vino más cuidadas de la Región de Murcia.
De la barbería a la brasa
Famoso por sus pescados, mariscos y tapas tradicionales, La Tropical ha sabido evolucionar hasta convertirse en uno de los templos gastronómicos de la costa murciana sin perder su esencia y cuenta con un público fiel que ha ido creciendo a lo largo de los años. Aquel vídeo del canal Cenando con Pablo, en el que se alababa su chuleta y el arroz con pato y foie como “uno de los mejores que he comido nunca”, supuso también un espaldarazo mediático para La Tropical, que vio cómo nuevos clientes llegaban atraídos por aquellas imágenes virales. “A veces viene gente directamente solo porque ha visto ese vídeo en redes”, cuenta Carlos entre risas. Y es que aquel vídeo se hizo viral no solo por el tema gastronómico, cuenta, sino porque una de las clientas se dedicó a insultar al influencer durante la comida, algo que aumentó su audiencia exponencialmente, consiguiendo más de 12 millones de visualizaciones en Youtube y 7 en Instagram.
Anécdotas aparte, pocos saben que esta historia comienza hace casi un siglo. El edificio fue primero carpintería y barbería, donde los vecinos se pelaban y se refrescaban con un botijo. Con el tiempo, se instaló un grifo de cerveza y nació el bar. Martín López Gea fue el que lo abrió. Como era carpintero, lo hizo todo de madera, por suerte para los actuales dueños, que han visto como esa madera de calidad ha aguantado como ninguna el envite de las inundaciones este invierno.
En 1981, lo tomó la familia Méndez, llegada desde Cieza para abrir una nueva etapa. “Mi padre era muy del producto. Le gustaba ir él mismo a comprar y siempre pedía lo mejor: le daba igual lo que costara. Una vez se fue a Murcia y gastó 1.000 pesetas en marisco. Y ese día solo vendió 17 pesetas. Imagínate», cuenta. Eso sí, asegura que «los aperitivos que preparaba eran brutales: producto buenísimo y tratado a la perfección”.
Carlos tenía solo nueve años, pero ya sabía que lo suyo era la cocina. “Ayudaba con los boquerones, los caracoles… Era el pinche de mi padre”. Cuando él falleció en 1992, con apenas 18 años, se puso al frente junto a su hermano José Antonio, y la ayuda de su madre, María Rosa, que sigue elaborando personalmente las tapas de la barra: tortilla, ensaladilla, pimientos asados, boquerones en vinagre… “Lo tradicional sigue siendo el alma del sitio”, asegura Carlos.
Una carta que une raíces y creatividad
La propuesta gastronómica ha crecido sin perder autenticidad. “Hemos metido vanguardia, pero sin perder el alma. Hay que encontrar el equilibrio”, explica Carlos. En 2016 llegó el cambio más importante, con el chef David López (Local de Ensayo). Bajo su asesoramiento, La Tropical ha ido incorporando nuevas elaboraciones y platos con un giro más actual. «Ahí fue cuando empezamos a introducir platos más trabajados, a formar un equipo de cocina sólido y a darle un enfoque distinto a todo. La idea era combinar el respeto por el producto, que es algo que mamé desde niño con mi padre, con los nuevos tiempos y tendencias«, señala.
Fuera de carta, La Tropical trabaja a diario con una selección de productos frescos de pescadería, siempre en función de la temporada. “Depende de lo que entre ese día. El proveedor me avisa por la mañana y sobre eso decidimos”, explica. Hoy, por ejemplo, ofrece un tartar de pardete del Mar Menor, una propuesta poco habitual frente al clásico salmón o atún. “A mí me gusta el kilómetro 0”, subraya.
El langostino del Mar Menor también es protagonista, presente en elaboraciones que van desde arroces con dorada hasta un risotto de alcachofa, según lo que toque en ese momento. Entre los imprescindibles que los clientes buscan está el ceviche, que preparan en varias versiones: de corvina, de gamba roja —recién incorporado—, o incluso de ostra. “Le hemos cogido el punto y funciona muy bien. Sale muchísimo”, dice con orgullo.
El menú mantiene los clásicos que nunca fallan, como los montaditos tropicales, que se niega a quitar a pesar de las presiones del equipo, el rodaballo a la brasa con pilpil montado en mesa, o la parpatana de atún, a la que llaman “el entrecot del mar”. Pero también ofrece platos menos habituales en la costa, como la famosa ‘txuleta a la brasa’ o el aclamado arroz con pato, calabaza y setas de temporada, que muchos clientes piden incluso por la noche. “Una vez llegaron unos italianos a las once y cuarto diciendo que habían visto el arroz de pato en redes. Se lo terminamos en la brasa. Creo que fue el mejor que hemos hecho nunca. Fliparon”, destaca.
El broche dulce lo pone la torrija de Martín Berasategui, adaptada con el toque de la casa: pipas de calabaza caramelizadas, crema pastelera y helado artesanal que cambia según la temporada que resulta una tentación difícil de resistir.
“Quiero tener un lugar disfrutón, accesible para todos. Un sitio donde puedas venir en chanclas o en americana”, apunta.
Una bodega a la altura
La carta de vinos ha sido una de las grandes apuestas de los últimos años, de la mano de los sumillers Luis Romero y Jesús García. Hoy cuenta con más de 380 referencias, entre ellas etiquetas exclusivas y una amplia selección de vinos murcianos. Bodegas como Casa Castillo, Bodega Cerrón, De Nariz o Pura Viña conviven con espumosos franceses y joyas nacionales como Vega Sicilia o Pingus, que algunos clientes disfrutan incluso entre semana.
“Tenemos clientes que vienen solo a beber bien”, confiesa Carlos. “Y cuando tienes buena carta y lo sabes presentar, el vino se vende”. No es raro ver mesas de británicos pidiendo «lo mejor que haya«, o grupos de enófilos que cruzan media España para probar etiquetas difíciles de encontrar.
Para facilitar el servicio, han instalado un dispensador por copas con ocho vinos distintos, algunos de ellos de alta gama. “Así se puede probar sin tener que abrir la botella completa. A la gente le encanta”, dice satisfecho.
La Tropical es hoy el reflejo de un proyecto familiar que ha sabido crecer sin traicionar su origen. “A mí me gusta ver cómo la gente disfruta. Es lo que me llena”, dice Carlos, que cuida cada detalle y cuanta con productos locales: el pan de Masa Madre, la cerveza de Estrella de Levante, el aceite Deortegas, de Yecla, —“el mejor de España para mí”— o incluso una carta de puros para quien quiera cerrar la comida con calma.
Un bar de pueblo convertido en restaurante de referencia, donde tradición y evolución no compiten, sino que se entienden. Porque como dice su anfitrión, “para mantenerse hay que hacerlo muy bien todos los días. Y hacerlo todo bien, desde el principio hasta el final”.
LA TROPICAL – Dirección: C. Sta. Teresa, 66, 30710 Los Alcázares, Murcia. Teléfono: 968 57 50 05. Menú: restaurantelatropical.es.
