Marisco servido con pala y carretilla. La singular propuesta se hizo viral hace un año. Era de esperar en unas redes sociales ávidas de eventos llamativos y este, sin duda, lo era. Quisquillas, gamba roja y blanca, mejillones, almejas, bueyes de mar o cangrejos se servían de mesas en mesa trasportados en una típica carretilla de obra, a golpe de pala y bajo el ritmo del himno de España. Las imágenes, compartidas por los comensales, no tardaron en dar la vuelta al globo.
La idea original partió del hostelero Pedro Lucas Abellaneda en Lorca y bajo la batuta de su socio, Teodoro Campillo, ahora se extiende hasta Cartagena. Casi 200 invitados pudieron disfrutar de la experiencia de ‘Mariscos a lo bestia’ en el salón de celebraciones La Cartuja el pasado viernes. El ágape estuvo organizado por el industrial y miembro de la Real Academia de la Gastronomía Tomás Martínez Pagán y no faltaron representantes de la política, la judicatura, el sector empresarial e, incluso, el estamento militar. Una puesta de largo en toda regla.
“Debido al éxito de Lorca, hemos creado una empresa de franquicias y esta es la primera”, explica Campillo. La fórmula gusta, y mucho. Asegura que en el establecimiento original tienen todo reservado hasta junio, por lo que este nuevo emplazamiento va a permitirles ampliar la oferta y que más comensales puedan disfrutar de esta «experiencia única”.
Lo que los invitados pudieron experimentar en esta ocasión fue una versión reducida de la propuesta, ya que habitualmente la comida comienza a las 13:30 horas con una actuación ecuestre y se prolonga hasta más allá de las 19 horas con música en directo. Entre medias, seis horas de delirio, una suerte de bacanal en las que los comensales viven una experiencia que aúna comida y espectáculo.
El ágape comienza con el himno de España, que suena varias veces a lo largo de la comida. Tras él, un generoso menú que incluye ensaladas “a lo grande” y sobrasada de chato murciano, tostas “sin límites”, zamburiñas y quisquillas fritas, huevos rotos con patatas a lo pobre, chuletón a la piedra, postres, cerveza y vino a gogó. El festín, en esta ocasión, fue invitación de la casa, pero su precio es de 60 euros para los adultos y 20 euros para los niños. Y no hay límite: se puede repetir hasta reventar.
De media, cada comensal suele ingerir un kilo de marisco por cabeza. “La gente se va contenta y nos dice que hasta es barato”, asegura. El secreto, asegura Campillo, para ofrecer tanto por ese precio es que compran grandes cantidades y «con buena calidad».
Uno de los platos fuertes de la propuesta es que, entre plato y plato, el personal, muy dispuesto, ameniza el ágape desfilando al ritmo de la música, bien presentando los productos, realizando diversas actuaciones con el acompañamiento de una langosta gigante, sacando a los comensales a bailar la conga, o con ‘La Dolorosa’, que es cuando se da la cuenta con redoble de tambores y trompetas. Aquí todo adquiere un cariz de celebración. Tras el postre, se dan las campanadas con uvas incluidas y aparece ‘La Pedroche’, que es otro de los trabajadores vestido de Nochevieja imitando a la famosa presentadora. Por último, se hace una gran queimada con orujo gallego y comienza la música en directo y el baile, hasta que el cuerpo aguante.
“Esto es una comida con espectáculo y queremos que todo el mundo participe. La gente disfruta y desconecta totalmente. Ni miran el móvil”, destaca Campillo. Para los escépticos, anima a venir y probar porque “mucha gente nos dice que son los mejores 60 euros que ha invertido en su vida”, concluye.