MAMEN NAVARRETE

Barra Libre

La pizza romana

Picture of Redacción 'The Gastro Times'

Lo que tiene Roma, solo lo tiene Roma. Es una afirmación boba pero yo me entiendo y voy a tratar de explicarme. He tenido la suerte de volver a la ciudad eterna cinco días recientemente. Pese a que la conozco y la pateo todo lo que puedo siempre ofrece nuevos encantos, perspectivas, rincones o una nueva luz. Ahora anda un poco patas arribas por el próximo jubileo, por ejemplo como cosa chocante en la maravillosa Plaza Venecia que acoge el impresionante Palacio Venecia están en obras para un futuro metro que calculan estará terminado en 20 años…, por lo de los restos y las dificultades del submundo romano.

Uno no debe acostumbrarse a estas cosas. Yo, entre el adoquinado del suelo, los viandantes y que ando colgada mirando hacia arriba fachadas, palacios y monumentos soy la torpe de las torpes en mis movimientos por la ciudad. Pero es que no hay que acostumbrarse nunca a Roma. La ciudad con más memoria que creo que he visitado. Es impresionante.

La suerte que tengo en mis últimos viajes es que la recorro con romanos, los que han nacido y criado allí, alguno de adopción pero que con más de 30 años de vinculo con la ciudad son parte de ella. Todo esto es una enorme ventaja, descubres barrios nuevos, plazas que no está atestadas de turistas, restaurantes a los que nunca entrarías muy alejados de los consejos de los influencers y tal.

Hay una pizzería que me tiene loca, Nuevo Mondo. La primera vez que fui todo me chocó, pese a tener reserva tuvimos que esperar fuera un rato, el ambiente era gente de la ciudad, poco turistas, el local tenía mucho de bajo cutre sin ningún encanto, entrabas y todo era gente auténticamente italiana en una perfecta cadena de montaje, a la derecha el horno de leña donde dos personas preparaban las pizzas, uno la masa y otro le añadía los ingredientes, vestidos de blanco y con caras de capos de la mafia. Justo enfrente el verdadero capo, llevaba las reservas a mano en un libretón enorme y la caja, las cuentas pasaban por él, e incluso para pagar con tarjeta te tienes que levantar e ir a su puesto de mando.

Los camareros son rápidos, de la misma familia y con una habilidad organizativa brutal, el local feo y sin gracia, con posters de equipos de fútbol y poco más. Uno de los camareros andaba por la mesas con su nieta tomada en brazos. Allí la gente grita y ríe. No se bebe buen vino y la cerveza está pasable. Lo de las pizzas es un de un nivel divino. La masa  de las pizzas en Roma, al contrario que las de tradición napolitana, es muy fina, finísima. Los ingredientes básicos pero calculados perfectamente, siempre salen del horno a tu plato y la mesa, nada llega frío o pasado. Un espectáculo para los amantes de la pizza.

Este lugar de puro placer para los amantes de la pizza está en Testaccio, un barrio más alejado de lo habitual pero muy concurrido por romanos con locales de marcha y garitos nocturnos.

Yo voto ahora y siempre por la pizza romana, la de la masa finísima. Mamma Mía!!

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