LUCÍA HERNÁNDEZ

Canela en rama

La olla anónima y colectiva

Picture of Redacción 'The Gastro Times'

En las últimas publicaciones de ‘Canela en rama’ las he propuesto en base a un elemento gastronómico concreto y desde ahí ir buscando el nexo común con nuestra historia o actualidad, consciente de que los alimentos, su producción y la forma de su consumo constituyen la huella de nuestra historia común como especie, luego nuestra cultura más local y finalmente nuestro nexo de unión con la vecindad y la familia, en la comida que compartimos, que nos regalamos o con la que celebramos.

Los alimentos siempre presentes en nuestra cotidianidad como una especie de regalo o trueque con el que agasajar, compartir y vincularnos como comunidad.

Pero en este momento, me gustaría poner el foco en otra realidad, la de esos alimentos que se transforman en avituallamiento, y no por ello dejan de estar elaborados con mimo, con un ese plus de familiaridad y de cuidado como el plato más ‘cool’ de cualquier restaurante de tendencia. Hoy, un mes después de la intensa DANA que asoló, Valencia, Letur y Málaga, quiero poner el foco en esa gran olla de guiso que presencié borbotar en Benetússer, en el pabellón deportivo, convertido en centro de recepción de alimentos, productos de limpieza y víveres de una de las zonas 0 de Valencia.

Eran las 12:30 del mediodía, una olla de 10 litros, de acero inoxidable, empezaba su proceso de ebullición, en su interior, un exquisito estofado, empezada a exhalar el típico aroma a laurel y pimienta negra, que nos recuerda a una tarde de domingo en casa; aunque no fuese domingo y aunque el concepto casa, en Benetúser esté muy alejado de la palabra hogar; aún así, allí tras la olla dos voluntarias salpimentaban la exquisita mezcla, probaban con cucharones el caldo, añadían un poco de comino, un poco de azafrán, rehogaban la carne meticulosamente… como en casa, como si fueran capaces de transformar una parte del pabellón en una gran cocina hogareña, un lugar de cuidados donde intentar alentar desde un buen guiso caliente y delicioso.

Esto también es gastronomía, también es ciencia culinaria, el poder transformador y de cuidados que encierra una olla elaborada por y para procurar el alimento y el aliento.

Por eso, trascurrido un mes de la catástrofe, hoy no puedo evitar poner un poco de  canela en rama, para aderezar ese caldo colectivo, de voluntades anónimas que nutren y alimentan a pueblos enteros… que no caiga en el olvido.

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