Espero no desvelar ningún secreto que no deba ver la luz con lo que voy a relatar; nada más lejos de mi voluntad.
Hace unos años don Rodrigo Borrega, que en ese momento ostentaba el cargo de presidente de la Academia de Gastronomía de la Región de Murcia, me contactó para pedirme algo que me hizo mucha ilusión y que me haría disfrutar de una de mis mejores experiencias en la vida.
Debía ir dos días a La Granja, Segovia, con él y otro compañero, a encerrarme en un hotel para que nos formaran con el fin de hacer unas inspecciones actualizadas de la Guía Repsol, en restaurantes de la Región de Murcia.
En el hotel de concentración había delegaciones de toda España, y entre tanto erudito y gourmet me sentía como Paco Martínez Soria cruzando la Castellana, con una cesta llena de chorizos, dos gallinas del pueblo y la boina bien calada.
Había charlas técnicas sobre los criterios de valoración que deseaban testar, otras eran sobre restaurantes, reseñas, cartas de vinos… Las comidas y cenas servían a su vez como ejercicios de evaluación.
A la hora de explicar los parámetros que debíamos calificar para otorgar o mantener los “Soles”, hubo cierta polémica e incluso, creo recordar, que alguna delegación se marchó indignada porque se le “dirigiera” su modo de evaluar.
La prospección que deseaba hacer la Guía Repsol era actualizar sus recomendaciones. Algo así como resetear de forma objetiva, sobre todo, sus restaurantes.
Los locales eran avisados, por correo, de que pasaríamos algún día a verlos y a partir de ahí comenzaba el juego:
Debíamos reservar con tiempo y preparar la visita. En la evaluación se contemplaban parámetros como: la disponibilidad, el modo en que nos recibían al entrar en el local, la distancia entre las mesas, los olores, el ruido… Incluso se nos instaba a cambiar la reserva para ver cómo reaccionaban y evitar comer los menús predeterminados, e insistir en pedir a la carta.
Tomábamos fotos de los platos, del local y de su entorno.
Al final, tras pedir la cuenta y pagarla, nos identificábamos y pedíamos hablar con el chef o el dueño. En esta segunda parte recopilábamos datos sobre el origen de las materias primas utilizadas, sobre la representatividad de los platos y el arraigo, o también sobre la eliminación de los residuos y otras cosas con valor estadístico para la guía.
Tuve la suerte de que me asignaran visitar restaurantes de primera línea como Magoga, Local de Ensayo, La Finca Buenavista, El Sordo, Malvasía y otros.
Al día siguiente entrabamos en una aplicación y rellenábamos un extenso formulario y adjuntábamos las fotos.
Desde entonces, me consta que hay nuevos y que en general el nivel ha subido prácticamente en todos. Me siento muy orgulloso de la excelencia que está adquiriendo la oferta gastronómica de nuestra querida Región de Murcia.