TOMÁS ZAMORA

Al pie del fogón

El pincho de tortilla

Picture of Redacción 'The Gastro Times'

Todo empezó por la tortilla de patatas.

El 31 de abril de 1491, Martín se dirigió a la taberna a tomar un buen vaso de vino y un pincho de tortilla. El tabernero, al recibir la comanda, alzó los ojos al cielo solicitando paciencia al santo Job; tras un silencio más incómodo que largo, explicó a Martín que hasta que maese Colón no descubra las américas, no traerían las patatas al viejo continente.

Las patatas andinas tienen buen oído y reían jubilosas al escuchar desde las laderas de la cordillera los comentarios del posadero. Desde el ocho mil años antes de Cristo, esperaban para ser llevadas a Europa. Por debajo de los cuatro mil metros, Los Andes en su paso por Perú, Ecuador y Bolivia son la cuna del tubérculo.

Martín, lejos de frustrarse, robó el Delorean que Mcfly se había dejado detrás de la posada, en uno de sus viajes en el tiempo, y puso rumbo a la Irlanda de principios del siglo XVII (Nota: Vean “Regreso al futuro”). La entrada en Europa de la patata tuvo poco éxito. Martín aparcó el Delorean y le preguntó a un granjero que las cultivaba si hacían tortillas por allí cerca. El lugareño explicó, sin ganas, que eso no se comía y que le contrataron unos botánicos para cultivarlas. Sin más comentarios, el hortelano, se dio la vuelta y volvió a ponerse el pinganillo para seguir escuchando el partido del Shamrock Rovers contra St. Patrick´s.

Siguieron viaje en el tiempo y fueron a parar casi un siglo después a Prusia, donde el soberano Federico “el Grande” custodiaba con la guardia real y a las puertas de palacio, un sembrado de patatas.

El pobre Martín pensó que, si vigilaban así las patatas, cualquiera se tomaba aquí una tortillica. Una vez interpelado el soldado que vigilaba la parcela, se descubrió la inteligente maniobra del monarca: Cuando las patatas llegaron a Europa no eran para nada apreciadas y en medio de hambrunas terribles no se consumían. Federico el Grande hizo que las patatas fueran “tubérculos reales” y así estimuló el interés en nobles y súbditos.

Las tripas de Martín rugían de hambre y cada vez le apetecía más su pincho, para nada se resignaba a tomarse un whopper. Puso rumbo a Villanueva de la Serena, en el año 1798. En casa del marqués de Robledo, el anfitrión y Joseph de Tena Godoy trajinan en la cocina y según el investigador del CSIC Javier López Linaje inventan la tortilla de patatas. En el municipio lucen con orgullo un monumento a este plato.

No será hasta 1894 cuando Ángel Muro se refiera a ella como “tortilla española”.

Por fin, Martín degustaba unas olivicas partidas de Cieza y un quinto de Estrella de Levante mientras espera pedir su pincho de tortilla. “¿La quiere usted con o sin cebolla?”. Nuestro protagonista se encogió de hombros y quiso seguir viaje con el Delorean por el tiempo para ver qué decía la historia al respecto, pero el coche estaba casi sin combustible.

No dudó un instante en mandar un WhatsApp, solicitando ayuda, al equipo de investigación de “The Gastro Times” en vez de llamar, porque en el siglo XIX no había mucha cobertura.

A continuación, reproduzco el mensaje que contestaron del prestigioso diario digital:

“Querido Martín, el equipo de nuestros notables colaboradores han convenido darte un consejo tras serias deliberaciones. Sepa usted que hay una nota dirigida a las cortes de Navarra en 1817 que explica la tortilla sin cebolla. Sin embargo, cuenta una leyenda que en la primavera de 1835 el general carlista Tomás Zumalacárregui se detuvo en un caserío solicitando descanso y alimento. La señora de la casa improvisó con patatas, huevos y cebolla una tortilla. En 1854 José Luis López Camuñas la explica en sus publicaciones sin cebolla. De la misma manera la describen Ángel Muro en 1894 y Emilia Pardo Bazán en 1913 en su obra “La cocina española antigua”. Sin embargo, en 1935 el chef Teodoro Bardají en su libro “La cocina de ellas”, la sirve con cebolla.

Dicho lo cual, querido Martín, nuestro primer consejo es que te comas la que más te guste y el segundo es que le devuelvas el Delorean a Mcfly que su colega del pelo blanco tiene mucha mala leche.

PD: Empezando la historia un “31 de abril”, ¿qué esperaban?

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