El 19 de septiembre se celebró el Día Mundial del Aperitivo. Con esta efeméride se homenajea a nuestro ritual social de disfrutar del aperitivo. La iniciativa para esta celebración la puso en marcha la marca de patatas fritas Lay’s. La palabra proviene del latín aperire, de la que deriva “abrir el apetito”. La costumbre de comer pequeños bocados antes de una comida ya se practicaba en la Antigua Roma.
El aperitivo es una tradición que se practica actualmente en muchos países del mundo. Sin embargo, es especialmente popular en ciertos lugares y ambientes debido a su presencia en la vida social y gastronómica. En nuestro país es parte esencial de la cultura española, siendo común disfrutarlo a mediodía antes del almuerzo y también por la tarde antes de la cena. Los pinchos y tapas son los formatos más típicos para el aperitivo, siempre acompañado de un vermut, vino, cóctel o cerveza.
La lista de tapas es infinita. Cada ciudad tiene las suyas propias, pero las más conocidas son la tortilla de patatas, el jamón ibérico, las patatas bravas, las croquetas, los calamares a la romana, las gambas al ajillo, los boquerones en vinagre, los pimientos de Padrón, el pan amb tomàquet, la ensaladilla rusa, las aceitunas, la ropa vieja, el pisto o los frutos secos.
Se dice que la felicidad está en las pequeñas cosas y en los placeres cotidianos. Uno de ellos es tomar un buen aperitivo entre amigos en un bar o en casa, alargando el tiempo hasta la hora de comer. El aperitivo es uno de esos momentos que alegran en silencio: unos minutos compartidos con amigos y familia, donde la buena comida y la bebida se dan la mano. En definitiva, es más que una comida: es una experiencia. Nuestras tapas y pintxos son la verdadera esencia de nuestro aperitivo, una tradición que ha evolucionado y conquistado paladares. Nuestra cultura de bares y restaurantes de tapas hace que sean lugares perfectos para disfrutar de esa experiencia gastronómica.
Cada bar tiene su propia personalidad y sus “tapas estrella”, lo que multiplica la variedad. Ningún aperitivo en nuestro país estaría completo sin mencionar la palabra vermut, aunque en los últimos años también han ganado terreno los cócteles, sin olvidar los vinos y esas cañas bien tiradas que se sirven en infinidad de barras de nuestra piel de toro.
La mejor manera de valorar un buen aperitivo es practicándolo, degustándolo entre amigos y aficionados a la buena mesa. En su Día Mundial, tuve un encuentro con mi amigo Pelayo en su finca de campo. Nos preparó un aperitivo sencillo, variado y exquisito: boquerones en vinagre macerados en sal gruesa y vinagre, después sumergidos en aceite de oliva con ajo y perejil picado; hummus de garbanzos con comino y pimentón dulce, servido sobre tostas; una ensaladilla rusa tradicional con patatas, guisantes, atún, gambas, huevos, pepinillo, aceitunas y mayonesa; guacamole mexicano con aguacate, chile serrano, cilantro, cebolleta, ajo, lima y nachos de maíz; y endivias rellenas de surimi con almendras, pimienta negra, queso roquefort, nata y salsa rosa.
Por supuesto, todo ello regado con una manzanilla de Sanlúcar en Rama, embotellada casi en estado natural, sin procesos de clarificación o filtración. Se trataba de Manzanilla La Gitana en Rama tipo Pasada, 100% palomino fino de soleras centenarias de la bodega. Con ocho años en botas de roble americano, ofrece fragancia marinera, aromas complejos y punzantes, y una boca fresca, ligera y delicada. Un maridaje perfecto con el tapeo seleccionado y a un coste más que asequible para celebrar el Día Mundial de algo tan nuestro como el aperitivo.
Les dejo con una reflexión muy relacionada: “La vida es buena y, con vino, mejor”.
Tomás Martínez Pagán