MAMEN NAVARRETE

Barra Libre

Baby boom

Picture of Redacción 'The Gastro Times'

Siempre he dicho que la nostalgia vende mucho, sobre todo nuestra generación, los de la EGB, que somos más o menos los niños del ‘Baby Boom‘. Cuando planteas proyectos que hablan de imágenes de aquellos años, nuestra infancia donde fuimos la primera generación que podíamos disfrutar de fotos de toda nuestras actividades; íbamos a la playa, fotos con nuestros hermanos, poses de cumpleaños, los primeros viajes a la Alhambra a Madrid, las navidades con los regalos, etc., todo vende mucho. La gente se vuelca, se reconoce, se lo pasa bien, le encanta. Como en la reciente exposición de Juan de la Cruz, fotógrafo veterano de La Verdad en el Centro Cultural Las Claras. Yo nada más entrar me quedé feliz de ver al padre Joseico en su moto, con su sotana, su espalda recta… fueron tantos y tantos los recuerdos que se agolparon en mi cabeza que me dio un tremendo buen rollo. De hecho, él me dio la comunión.

Por eso se que en los años venideros toda esta generación querremos revivir esos momentos, lo noto en mis amigos y compañeros. La nostalgia feliz, echamos de menos cosas que ahora no están pero con alegría. Por suerte podíamos vivir bien, ir al cole, comer sano, ver la tele y jugar en las calles a todo lo jugable, desde correr como locos, el elástico, la comba o a las tabas y los cromos.

También se recuerda con mucho gusto, hasta el punto de saborearlo, nuestras meriendas. Yo que iba a un colegio muy céntrico, con suerte algunas tardes merendábamos en la calle. Una veces tocaba Guillén, con sus tortas de chicharrones que era la delicia suprema. Otras tardes no sentaban en el Sirvent de la cuatro esquinas y mientras las madres se tomaban el café con leche a nosotras nos daban magdalenas rellenas de helado. Esto era un disparate. Las magdalenas caseras, hechas por ellos y con un sabor inconfundible, era partidas por la mitad y ahí, grandiosa y rebosante, se colocaba la bola de helado de tu sabor preferido. Y a disfrutar. Teníamos otro punto clave en las cercanías del cole que era la Confitería Carlos y sus bollos alargados que te vendía aquel chico tan simpático que era el más enrollado de las confiterías de Murcia y que desapareció muy pronto para desgracia de esta ciudad.

Lo más y eso era el gordo de Navidad era subir a la cafetería de Galerías Preciados a tomar tortitas de nata con sirope, ni que decir tiene que eso era lo más top.

En cualquier caso, las meriendas de casa eran siempre un placer absoluto. Mi madre solía hacer bizcochos caseros con un sabor que por lo que sea no he vuelto a conocer. Y si no, pan con chocolate o bocadillos de chorizo pamplonica que se repetía una barbaridad.

Por eso, estoy deseando recopilar imágenes o buscar un buen proyecto fotográfico para dar cabida a esa época y colocar imágenes que podamos compartir como generación, en mi opinión una generación sana y disfrutona. Sería interesante y posiblemente un éxito.

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