Corría un sábado tarde de un delicioso y casi veraniego mes de marzo. Marineras y vino de la tierra en la mesa y en la plaza un concierto. Tres amigas conversaban despreocupadamente sobre temas cruciales, con la ligereza que proporcionan dos botellas de vino y tres gin tonics.
El punto álgido de la conversación se alcanzó con el tema de la gestión emocional. Las mujeres parecemos haber nacido con ese libro de instrucciones bajo el brazo, en cambio, los hombres parecen no haber leído jamás una sola línea sobre el tema . Escuchándolas hablar pensé en la canción “La vie en rose”, de la maravillosa Edith Piaff, y pensé que sí, que la vida puede ser rosa, pero antes tienes que encontrar el cristal de ese color para mirarla … Y las mujeres, aunque por naturaleza somos sabias, encontramos el cristal pero, ay!, no nos gusta la tonalidad, ni la forma … y a pesar de nuestra sabiduría, damos vueltas a todo y la desaprovechamos .
Ellos en cambio, bastante más necios en ese tema, solventan los problemas emocionales con amigos, alcohol y otras cosas. Nosotras hablamos, arreglamos el mundo y de paso a nosotras mismas, mientras la serotonina de cualquier cosa que lleve chocolate hace su magia. Bueno, y los gin tonics, también.
