TOMÁS ZAMORA

Al pie del fogón

¿Alimentos afrodisíacos?

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¡Pobre Fernando II de Aragón! Una vez enviudado de Isabel la Católica se empeñó en evitar que Felipe el Hermoso y Juana I reinaran en Aragón, así que decidió buscar un heredero para el trono y se desposó a sus 53 años con una zagalica de 18 años, lozana, entrada en carnes y al parecer fogosa. La voluptuosa dama era Germana de Foix, sobrina del rey Luis XII. Cuentan que don Fernando tenía dificultades para consumar y lo que en su día la reina Isabel conociera como ariete, se presentaba como un gusanico de seda, valga la comparación.

Germana de Foix decidió entonces recurrir a artes culinarias para presentar al monarca alimentos supuestamente afrodisíacos, y se los hacía comer en espera de resultados favorables en la virilidad de su esposo. El guiso en cuestión estaba elaborado a base de criadillas de toro o cordero (a las que se les atribuía potenciar la sexualidad masculina) aliñadas con cantaridina. No se trataba, esta receta, de una ocurrencia de la esposa puesto que ya era usado el plato desde hacía años y se siguió degustando por décadas. El mismísimo Giacomo Girolano Casanova a su llegada a Madrid en 1767 probó el guiso y quedó encantado, no sabemos si por su sabor o por sus efectos… Tan destacable le pareció a Casanova que lo dejó por escrito en su libro “Historie de ma vie”.

Si bien desde que el ser humano habita la tierra hay vestigios de que buscaba alimentos con supuestos fines afrodisíacos, debemos distinguir aquellos que han demostrado algún efecto en el comensal y aquellos que por su aspecto sugieren cierto parecido con los órganos sexuales de hombres y mujeres y el efecto placebo ha hecho lo demás, Manuel Pijoan los definió en su artículo “Los afrodisíacos, ¿mito o realidad?” como “afrodisíacos por analogía”. Así en la Edad Media se le atribuía mayor potencia sexual y volumen espermático a los que ingirieran cebolla, nabo, ajo y rábano. En la milenaria cultura china los novios ofrecían a sus amadas higos en su primera noche juntos, el aspecto pletórico de semillas y con cierta similitud a los genitales femeninos suponían fertilidad y apetito sexual, lo mismo ocurría con el melocotón y la ciruela por su aspecto jugoso, fresco y suave. En occidente también atribuyeron esos “poderes” a espárragos, cerezas y fresas.

Por otro, lado existen alimentos que han demostrado propiedades sobre el organismo en general, mejorando la condición física, disminuyendo la fatiga y tonificando. Un ejemplo claro es el ginseng, una planta adaptógena que estimula la resistencia y mejora el funcionamiento del sistema nervioso en situaciones de estrés, también posee efectos beneficiosos sobre el metabolismo, el corazón, la sangre etc, Tanta mejoría general, asociada a que los ginsenósidos estimulan la liberación de óxido nítrico en los vasos de los cuerpos cavernosos del pene, provocan la vasodilatación necesaria para mejorar la erección, de aquí la fama de afrodisíaco.

De tierras amazónicas nos llega el guaraná que al igual que el ginseng activa el organismo, y también fue considerado un estimulador de la libido, sobre todo por la presencia en su composición de cafeína, teofilina y teobromina.

La kola y el yohimbe provienen de África y también son considerados afrodisíacos: Si bien la kola mejora el cansancio y la astenia, el más interesante es yohimbe que se encuentra sobre todo en Camerún, Nigeria y Gabón. Se trata de un alcaloide que parece tener efectos estimulantes en el apetito sexual tanto en hombres como en mujeres al producir vasodilatación periférica (al ser un agonista alfa 2 adrenérgico) provocando así tumefacción de los órganos sexuales, además incrementa los niveles de epinefrina aumentando así el “deseo carnal”. Sin embargo la yohimbina está considerada un producto farmacológicamente activo, y por ello la agencia española de medicamentos y productos sanitarios prohíbe la distribución de productos que la incluyan.

Pero entonces ¿existen aditivos o alimentos verdaderamente afrodisíacos? Al parecer sólo la yohimbina  y la cantaridina (de nuestro pobre Fernando II) pasan el filtro. Ya hemos explicado la yohimbina, ¿y qué pasa con la cantaridina?

La cantaridina es un veneno que se obtiene del polvo de machacar un escarabajo verdoso que se llama cantarina (Lytta Vesicatoria) que se utiliza, dado su poder abrasivo, para quemar las verrugas. Tomado por vía oral provoca irritación del aparato urinario y erecciones probablemente secundarias a la abrasión interna de las mucosas. Si a esto le sumamos que la dosis letal de cantaridina es de 0,03 gramos es fácil comprender que el escarabajo sea el principal sospechoso de la muerte de Fernando el Católico (aunque ahora se baraja que fuera fallo cardiaco).

En definitiva, no hay mejor afrodisíaco que el deseo y luego coma usted algo ligero para saltar al campo.

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