TOMÁS ZAMORA

Al pie del fogón

Sándwich o guerra

Picture of Redacción 'The Gastro Times'

Cuentan que un tipo llamado John Montagu tenía como gran afición jugar a las cartas. Vivía en el condado de Kent, al sureste de Inglaterra. Fue un destacado cargo público de la época que ostentó puestos como Postmaster General y Primer Secretario de Estado, sin embargo, pasó a la historia por un motivo que nada tuvo que ver con su actividad política o administrativa. ¿Adivinan? Aquí va una pista: era el conde de una coqueta ciudad británica, llamada Sandwich.

Un día que disputaba una jornada de partidas de cartas, se hallaba tan enfrascado que pidió a sus sirvientes carne fría entre dos rebanadas de pan, para que no se manchara los dedos y pudiera seguir jugando.  Se gestó así este peculiar plato al que el historiador Edward Gibbon se refirió por primera vez en 1747, el sándwich.

John Montagu patrocinó varias expediciones del intrépido capitán James Cook, que le devolvía el favor nombrando en su honor algunas de las tierras que conquistaba. Las islas que componen Hawái, en un principio eran las islas de Sandwich y, por otro lado, aún persisten las Islas Sandwich del Sur, conocidas por los argentinos como Islas Esquivel en el Atlántico Sur. ¡Vamos! Que el señor Cook repartía más sándwiches que los del Glovo.

Por cierto, arribó a la costa de Hawái en su tercer viaje explorador por el Pacífico (año 1779), y a los listos de su tripulación les pareció gracioso coger la leña de un cementerio local. Los lugareños respondieron mangando un barco a los ingleses. Pues a Cook no se le ocurrió otra cosa que intentar secuestrar al monarca indígena para canjearlo por la barca. La cosa le salió mal y murió en el intento, pero esto ya es otra historia.

Hay tantas variedades de sándwich como ganas de ponerle cosas dentro, destacaré sólo algunos emblemáticos:

El sándwich mixto o bikini, que debe su nombre a la sala de baile barcelonesa “Bikini” que abrió sus puertas en la Barcelona de 1953. El Croque Monsieur es de jamón y queso y gratinado, en caso de llevar además un huevo frito encima se llama Croque Madame, ya que el huevo simula una pamela de señora visto desde arriba. El sándwich Francesina es típico de Oporto y está hecho de carne, jamón, salchichas, con una salsa picante de cerveza y gratinado. Existe una variedad del Croque Monsieur y es el sándwich Monte Cristo; se trata de la adaptación estadounidense que surgió a mitad del siglo XX y que tuvo su gran éxito en la década de 1960. No busque relación alguna con la literatura de Alejandro Dumas.

También son destacables el sándwich BLT a base de tocino, lechuga y tomate, el smørrebrød de Dinamarca, el Reuben americano, el sándwich Club y tantos otros.

Desde siempre el sándwich ha estado presente en nuestras vidas y en los momentos más importantes de nuestra historia, como aquel 28 de junio de 1914 en Sarajevo… El joven Gavrilo Princip está contrariado porque a pesar de lo bien planificado que estaba el atentado contra el archiduque Francisco Fernando de Austria, se había escapado del ataque. Uno de los seis conspiradores que esperaban el paso de la comitiva lanzó una granada al coche presidencial, pero el conductor ve llegar volando el artefacto y acelera; si tenemos en cuenta el aumento de velocidad y que la bomba tenía un desfase de 10 segundos, el coche real ya había pasado y la detonación hirió a otros miembros del cortejo. El archiduque decidió seguir camino hasta el ayuntamiento, donde pronunció un discurso. Princip pide un sándwich en la terraza de una cafetería. Mientras, el archiduque y su esposa deciden ir a visitar a los heridos del atentado y van al hospital dando un rodeo por los embarcaderos de la ciudad. Leopold Lojka es el conductor que traslada a las autoridades, y en una calle comete un error y entra en mala dirección llegando a parar frente a Princip. Trata de dar marcha atrás y el coche se bloquea. El terrorista no lo puede creer, y a pesar de sus 19 años, mal disimulados por un bigotito, suelta el sándwich y empuña su pistola FN modelo 1910.

Convendrán conmigo que, si se hubiera acabado tranquilico su sándwich, quizás no habríamos tenido Primera Guerra Mundial.

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