Hace 50 años, en un rincón casi desierto de la playa de La Glea, en Campoamor, Juan Tárraga y Conchita Escudero abrieron un pequeño restaurante frente al mar. En un lugar con maravillosas vistas al Mediterráneo, se especializaron en arroces y pescado fresco y no tardaron en conseguir una clientela que acudía puntual cada verano, de junio a septiembre, a disfrutar de una cocina honesta y tradicional. Hoy, La Barraca de Campoamor no solo es un referente gastronómico en la costa levantina, sino también un ejemplo de continuidad y excelencia. Al frente están ahora los hijos, Quique y Chusa, quienes han mantenido viva la esencia del local adaptándola a los nuevos tiempos, sin perder un gramo de autenticidad.
«Somos un equipo casi perfecto», asegura Quique del tándem con su hermana. Él en sala, ella en cocina, afrontan “con mucha ilusión» este aniversario tan especial, conscientes de que pocos restaurantes llegan a cumplir el medio siglo de vida. «Después de tanto tiempo, nos parece un reto seguir aquí haciendo las cosas como nos gustan”, señala.
Cuando abrieron en 1975, La Barraca era poco más que un chiringuito de playa. «La gente venía en bañador a tomarse el aperitivo«, recuerda Juan Enrique, que acudió con su padre a ver el local por primera vez cuando solo tenía 9 años. El entorno, subraya, ha cambiado radicalmente. «La Barraca estaba prácticamente sola en esta playa. Los edificios que ahora nos rodean no existían. Ha habido un desarrollo muy importante y nosotros también hemos ido creciendo».
Su padre tuvo clara la propuesta culinaria de La Barraca desde el principio, algo que ha cambiado poco a pesar del paso de los años. «Mi padre pensó que este sitio era ideal era ofrecer arroces y pescado”, cuenta Quique. “Todos nuestros arroces son con productos del mar. Es nuestra identidad. Es de estilo más alicantino, más seco y entero», explica. Y añade: «El secreto está en el fondo. Si no escoges producto de primera calidad, no puede salir igual».
Una cocina mediterránea con mucho fondo
María Jesús, a la que todo el mundo conoce como Chusa, jefa de cocina, empezó con 15 años ayudando a su madre entre fogones. «Nuestra cocina es mediterránea, bastante tradicional, con toques modernos e internacionales. Pero apostamos mucho por el producto local«, indica. Su carta es un homenaje al mar y a la historia de su familia y su buque insignia es el «Perol del pescador«, un arroz meloso con rape, gambón y almeja fina gallega que lleva en la carta desde los inicios. A él se han sumado otros, como el «Arroz Barraca» con corvina y gamba roja de Santa Pola. Este año, además, han recuperado el de cocochas de bacalao y coliflor, un arroz que solía hacer su madre y que está gustado mucho.
La tradición familiar está más que asegurada con la incorporación del hijo mayor de Quique, Eleazar, maestro arrocero y encargado de los fondos que dan identidad a los arroces de La Barraca. “Él se encarga de que salgan perfectos”, recalca Juan Enrique.
Precisamente por el 50 aniversario, han querido hacer una especie de ‘remember’. Para ello, han recuperado platos de la carta original de sus padres, combinándolos con su propuesta actual, basada en una cocina mediterránea de altísima calidad y el uso de producto fresco y de cercanía.
Y aunque su madre ya no está al frente, sigue siendo ‘la jefa’ del lugar. «De vez en cuando viene, nos pone las pilas y se va. Es una mujer muy atrevida. Cuando vino Calleja a grabar su programa sobre el Mar Menor, se subió al helicóptero con él sin pensárselo», relata Quique.
De ella también son las recetas de muchos postres, como el de un clásico heredado: la milhojas de crema y chocolate caliente, un imprescindible en este lugar.
De chiringuito a restaurante de referencia
En la actualidad, el restaurante cuenta con un equipo de 25 personas, frente a la media docena con la que comenzó todo. El trato sigue siendo cercano, pero el ambiente es más cuidado, la experiencia más completa. Están integrados en el sistema SICTED (Sistema Integral de Calidad Turística en Destino) y han recibido dos premios nacionales por sus mejoras continuas, en 2022 y 2024.
El vínculo con los proveedores de toda la vida también se mantiene. «Trabajamos con Pescadería Albadalejo, de San Pedro, que tiene un género fantástico. Los conocimos siendo pequeños y han crecido mucho, como nosotros». Entre ellos, destaca Quique la relación con la cerveza murciana Estrella de Levante. «Nuestra relación con este proveedor es excepcional. Somos clientes de Estrella desde el principio y así vamos a seguir siempre», asegura.
Durante estas cinco décadas han pasado por La Barraca todo tipo de comensales. Algunos ilustres, como Adolfo Suárez o el marqués de Villaverde, que venían a tomar el aperitivo frente al mar. Pero lo que realmente emociona a la familia es ver a clientes que llevan acudiendo generación tras generación.
Este año, para celebrar ese medio siglo de vida, han contado con la complicidad del pintor Willy Ramos, quien ha creado una obra conmemorativa. También han personalizado un vino especial 50 aniversario con Bodegas Barahonda, de Yecla. Y aunque no son amigos del autobombo, sí saben cuál es su motor: «Queremos que cada persona que salga de aquí se vaya muy satisfecha con la comida y con el servicio».
Cincuenta años después, La Barraca de Campoamor sigue siendo lo que fue desde el primer día: una cocina con raíces, sabor a mar y vocación de futuro. “Estos 50 años han sido un viaje, un aprendizaje muy grande. Tener un negocio tantos años abierto es una experiencia tremenda. Y tenemos muchas ganas de ver lo que nos trae el futuro”, concluye Chusa.
LA BARRACA – Dirección: Urbanización, Av. de las Adelfas, s/n (03189 Dehesa de Campoamor, Alicante). Teléfono: 608 85 82 20. Web: labarracadecampoamor.com.