GRAN RESERVA

Elena Fuentes

José Soler: Emoción de Acero

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Hoy quiero hablar de José Soler, escultor y artista contemporáneo murciano, quien ha logrado transformar el acero, un material de extrema dureza y resistencia, en un lenguaje que invita a la reflexión emocional y conceptual. Cada escultura narra una historia a través de sus formas, luces y sombras; un relato visual sobre la resistencia, el movimiento y la transformación.

Entre la ingeniería y el arte

Su proceso creativo es, en esencia, una fusión de tradición familiar, rigor técnico y libertad artística. Formado como arquitecto técnico, Soler posee una comprensión profunda de la estructura, la geometría y la física de los materiales. Sin embargo, su verdadera pasión radica en explorar el potencial expresivo del acero, un metal que, si bien podría parecer rígido y pesado, nadie como él para transformarlo en una manifestación de ligereza, color, fluidez y movimiento.

La creación de una escultura no es un simple acto de modelado, sino un diálogo constante con su materia prima. El acero, con su imponente presencia, desafía al artista, exigiéndole una comprensión profunda de sus propiedades físicas. Sin embargo, en lugar de someterse a sus limitaciones, Soler juega con sus posibilidades, llevándolo a nuevas formas, como si estuviera desafiando su naturaleza misma. Es aquí donde la ingeniería entra en juego, utilizando técnicas de corte, plegado y soldadura para generar piezas que parecen desbordar la rigidez inherente a este material.

La danza del metal

Uno de los aspectos más fascinantes es la aparente contradicción entre la solidez del metal y la ligereza visual de sus esculturas, unidas al maravilloso colorido que las caracteriza. A través de un manejo preciso de las líneas, curvas y ángulos, las piezas parecen desafiar la gravedad, ofreciendo una sensación de ligereza y fluidez. Así, este material tradicionalmente asociado con la estabilidad y la pesadez se transforma bajo sus manos en algo casi etéreo, como si estuviera suspendido en el aire, listo para moverse.

Esta paradoja de la ligereza y la rigidez no es un accidente; es el resultado de un meticuloso proceso de diseño que incluye la intervención de maquinaria de última tecnología y una visión clara del artista. Las formas geométricas que componen sus esculturas, desde las curvas más suaves hasta las angulaciones más abruptas, se disponen en una armonía que permite que el metal no sea solo una materia pesada, sino un medio para evocar el movimiento, la transformación y el flujo del tiempo. En las manos de Soler, se convierte en una metáfora de la capacidad humana para adaptarse, cambiar y evolucionar.

En sus obras, las formas se entrelazan como una danza dinámica, como si estuvieran vivas, en constante cambio. Esta fluidez se acentúa por el juego de luces y sombras, que cambia a medida que el espectador se mueve alrededor de la escultura. La luz, al reflejarse sobre el metal pulido, no solo crea contrastes visuales, sino que también transmite una sensación de transformación constante, como si la escultura fuera un ser que respira.

El movimiento y la interacción

Pero no solo se limita a crear piezas estáticas; su obra invita a la interacción. La escultura se convierte en un espacio en movimiento, donde el espectador puede contemplar la obra desde diferentes perspectivas y percibir cómo las formas parecen cambiar según el ángulo desde el cual se miran. Este dinamismo visual refuerza la idea de que sus esculturas están vivas, en constante evolución, desafiando el concepto tradicional de la escultura como algo fijo e inmutable.

Además, sus esculturas se insertan en espacios exteriores, donde el viento, la luz y el paso del tiempo modifican su percepción. Este diálogo con el entorno natural le da a cada obra una nueva dimensión. La escultura, entonces, no solo es un objeto estático en una galería; es un elemento en constante conversación con su contexto, lo que permite que cada observador experimente una visión única de la obra.

Me encanta su obra y os invito a conocerla, porque no solo desafía nuestra percepción de lo que puede ser la escultura, sino que también nos invita a replantearnos nuestra relación con el mundo que nos rodea. Cada una de sus piezas es un recordatorio de que el arte tiene el poder de trascender las fronteras físicas, emocionales y conceptuales, invitándonos a experimentarlo desde nuevas perspectivas.


El cuestionario voraz

Última cena en el corredor de la muerte.
Me encanta experimentar con sabores y disfrutar de pequeñas delicias. Optaría por un menú degustación con una gran variedad de platos, donde cada bocado sea una sorpresa. Para cerrar, un buen sushi, que nunca falla. No soy de grandes piezas de carne como el solomillo, aunque las disfrute.

A una isla desierta, ¿qué comida te llevarías?
Algo práctico, porque aunque me gustaría imaginarme con una copa de vino y un buen queso mirando el atardecer, la realidad es que necesitaría algo que aguante el paso del tiempo. Frutos secos serían una buena opción.

Tu mejor momento gastro.
He tenido muy buenas experiencias gastronómicas, me gusta salir de los alimentos cotidianos. Si tuviera que decir uno en Murcia, ahora mismo me viene a la cabeza el menú degustación de La Cabaña Buenavista.

¿León o antílope?
León.

Vino favorito.
Bodega Tierras de Azorín. Tienen una producción limitada con viñedos propios y eso se traduce en una calidad excepcional, donde se percibe el respeto por el proceso y la tradición.

¿Un restaurante para tus esculturas?
El contexto en el que se exhiben mis esculturas es fundamental. No me he planteado exponer en restaurantes, pero si existiera (que no lo sé) un espacio que fusionara la gastronomía con el arte en un entorno que realmente lo potenciara, sin duda lo consideraría.

Restaurante de Murcia favorito.
Quizás Almo, de Juan Guillamón. Me atrae su enfoque en platos pequeños con combinaciones de sabores sorprendentes.

¿Ginebra, whisky o chocolate?
Por el día chocolate. Por la noche, un buen Jack Daniel’s.

¿A qué saben tus esculturas?
Mis esculturas son elegantes y sutiles, pero al mismo tiempo transmiten alegría. Su sabor debería evocar esos momentos inolvidables que quedan grabados en la memoria.

¿El éxito es dulce o salado?
Dulce, pero la combinación de ambos es lo que realmente conduce al aprendizaje, y este, al éxito. No se puede apreciar lo dulce si antes no has probado lo salado.

Tu TimesGastro.
Si hablamos de aperitivos, no puedo evitar mencionar algo muy típico: unos buenos caballitos con una salsa deliciosa o, como no podría ser de otra forma, con un toque de limón. Acompañados, por supuesto, de una buena comida y una sobremesa marcada por la compañía, que es lo que realmente hace que estos momentos sean especiales.

¿Qué animal nunca te comerías?
Un oso panda… No, es broma. Diría un murciélago, me producen bastante rechazo, por todo lo que hay detrás de ellos y las enfermedades que pueden transmitir.


Elena Fuentes Blanco
Agitadora Gastro-Cultural. Art Independent Curator. Directora de Arte de la Galería La Consentida_Art.

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