La filmografía sobre la mafia nos ha regalado un buen puñado de historias llenas de violencia, crimen y venganza. Seguro que el lector tendrá en la cabeza esos títulos míticos que no nos cansamos de ver pese a lo sórdido de sus tramas; donde por cierto no falta, y estoy pensando por ejemplo en “El padrino” o “Uno de los nuestros”, el “momento gastro” en el que alguien cocina unos espaguetis con salsa de tomate casera y albóndigas.
Por eso llamo la atención sobre “La cena perfecta” (2022), que cambia el paso respecto a lo ya visto en el género para combinar con habilidad la comedia romántica y el drama al tiempo que deleita la vista de los aficionados a la cocina.
Carmine (Salvatore Esposito, en las antípodas de su papel en “Gomorra”) regenta una pizzería en Nápoles que la Camorra utiliza para lavar dinero negro. Desterrado a Roma por negarse a ejecutar un turbio encargo de su gente, ficha para su nuevo restaurante-lavadora a la que fuera su anterior propietaria, la perfeccionista Consuelo (guapísima Greta Scarano), que tiene una segunda para oportunidad para reivindicarse como chef.
El corazón de Carmine y la ambición de Consuelo unen fuerzas para construir la nueva etapa de sus vidas en la capital italiana. Además de la sociedad imperfecta que conforman el propietario y la chef, la película refleja de forma rigurosa el mundo de la alta cocina. Desde la selección del mejor producto en los mercados, la exigente dinámica entre fogones y la presión por alcanzar el nivel más alto para convencer al cliente y a la crítica.
Hay una interesante secuencia en la que un grupo de reconocidos cocineros romanos se reúne para cenar. Se abre un debate sobre si la comida debería ser considerada un arte efímero, como piensa Consuelo, o centrarse en la emoción que permite conquistar paladares. La respuesta se encuentra en el plato de pasta fresca con aceite y mucho ajo que les prepara Carmine a todos, que les devuelve el sabor de la cocina de siempre.
Es a la sencillez de ese plato de pasta, que recupera el sabor reconocible de siempre, al que recurre la cocinera para dotar a sus platos del calor y del alma con los que aspira a lograr su estrella.
El trasiego de cacerolas y sartenes y el espectacular resultado que surge de las manos de la cocinera y su equipo por un lado y la historia romántica por otro sustentan la base de la historia, que también cuenta con un trasfondo dramático -el lado menos interesante del guión- por la vinculación de Carmine con la Camorra. Y es que el protagonista ve cómo se disparan los gastos para poner en marcha el restaurante y tiene que recurrir al dinero de la mafia, lo que provoca que los números no cuadren.
No quiero hacer “spoiler” por si alguien se anima a verla, pero que nadie espere un ajuste de cuentas final porque “La cena perfecta” es amable y sabrosa como la receta de una “nona”. Nada mejor para rematar su ligera digestión que una copa de Villa Massa con hielo.
