RAMÓN AVILÉS

Gastrocine

Almíbar a la inglesa

Picture of Redacción 'The Gastro Times'

Creo que conforme vaya avanzando en el artículo irá in crescendo la sensación de que ya había escrito antes esto. Me explico. Resulta que “Love’s kitchen” (2011) cuenta cómo un chef caído en desgracia trata de recuperarse de una tragedia y de una mala crítica dejando Londres y abriendo un nuevo y modesto negocio en mitad del campo. Que tiene una hija a la que debe cuidar solo tras perder a su mujer. Que unos parroquianos desconfían de su presencia porque ha convertido el pub donde bebían sus pintas en un restaurante de campiña. Y que conoce a una chica americana con la que, oh sorpresa, choca inicialmente para, oh sorpresa, tener después un affaire, enfadarse y, oh sorpresa final, reconciliarse.

Con ese cóctel se despacha este título menor con aroma de siesta de fin de semana que cuenta como improbable pareja con el escocés Dougray Scott, siempre con cara de malas pulgas y a quien recordamos de villano en la segunda entrega de “Misión Imposible”, y a Claire Forlani, que parecía apuntar alto después de dar réplica a Brad Pitt en “¿Conoces a Joe Black?” y se quedó en el camino. Entre ellos no hay ni física ni química y entran directos al top ten del ranking de víctimas de un mal casting. Insuperable en este sentido el tándem Nick Nolte-Julia Roberts de “Me gustan los líos”.

Si algo sostiene el metraje de esta peli intrascendente es el elenco de secundarios, encabezado por un divertido Simon Callow en el papel de crítico gastronómico al que los productores de su programa de televisión tienen que racionar la bebida para que sus comentarios no se pierdan en la bruma del alcohol.

La parte “gastro” es lo de menos en la historia de formato telefimesco que fue directa el mercado DVD en España. De las manos del cocinero, más allá de algún pudin de esos que tanto gustan a los hijos de la Gran Bretaña, lo único destacable que sale es el típico trifle inglés, un postre a base de capas de crema pastelera, frutas y nata montada separadas por bizcocho.

Pero te quedas ganas de alguna versión personal de los clásicos fish and chips, pasteles (pies) de carne o pescado, salchicha con puré de patatas o el contundente desayuno inglés, que suele incluir huevos fritos o revueltos, patatas, bacon, tostadas, judías y hasta morcilla, tomate y champiñones. De haberse incluido algo así, la historia habría tenido algo de gracia y de sabor en lugar de dejar esa sensación insípida en la boca.

“Love’s kitchen” se olvida a los treinta segundos de haberla terminado y demuestra que no sólo los centroeuropeos son especialistas en producciones de argumento almibarado y previsibles cual guión de una peli porno. Y hablando de eso, mi propuesta es verla en pareja y cómodamente acoplado en el sofá. Para una peli aburrida siempre existe una alternativa excelente. 

Ramón Avilés

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