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Tenedor en flor

Picture of Redacción 'The Gastro Times'

La primavera en Murcia no llega, aterriza con estruendo. Se cuela por las ventanas con olor a azahar, invade las plazas con terrazas y pone a la huerta a trabajar a destajo como si fuera candidata a Eurovisión. La cocina murciana en esta época es una verbena vegetal con toques de tradición, sabor a campo y ese punto de “esto lo hacía mi abuela, pero ahora lo sirvo en plato cuadrado con reducción de lo que sea”.

Porque sí: la primavera aquí no solo florece, se fríe, se asa y se aliña. Y todo con gracia.

Murcia presume de huerta como un influencer de abdominales: constantemente. Y con razón. En primavera, los mercados rebosan pimientos, habas, alcachofas, guisantes, cebollas tiernas y tomates que no saben a plástico. Es como si la tierra se hubiera apuntado a un curso de creatividad y lo aprobara con matrícula de honor.

¿Qué se hace con tanto verde? Pues de todo: desde unas habas con jamón que te reconcilian con la vida hasta unas alcachofas fritas que deberían tener su propia procesión en Semana Santa. Aquí se cocina con lo que hay, que es mucho, y se adereza con lo que sobra, que suele ser ajo y cebolla.

Hay platos que parecen simples… y luego está el zarangollo. Calabacín, cebolla, huevo y el arte de saber cuándo parar de remover. Este revuelto, que parece inventado por alguien con resaca y poco en la nevera, se convierte en primavera en una delicia ligera, sabrosa y 100 % murciana. Eso sí, hay quien le echa patata. Y hay quien no lo considera zarangollo si lleva patata, para gustos, colores, pero lo importante es que haya pan.

Vale, el pastel de carne no es exclusivo de la primavera, pero esta estación es su momento dorado: las temperaturas permiten comerlo sin derretirse y el cuerpo aún pide sustancia. Es un monumento de hojaldre, carne, huevo duro y especias que se come mejor de pie, con los dedos y sin dignidad. Si lo acompañas de una cerveza en la Plaza de las Flores, ya tienes el plan completo.

Las ensaladas murcianas y otros milagros del reciclaje

Nada representa mejor la sabiduría de la cocina local que la ensalada murciana. Con tomate en conserva, huevo duro, atún, cebolleta y aceitunas, es el plato estrella de las comidas familiares donde siempre hay una suegra diciendo: “Esta es la auténtica, la que hacía mi madre”. Refrescante, sabrosa y perfecta para acompañar cualquier guiso… o para cenar directamente de la fuente con una barra de pan casero “para mojar, por si acaso”.

La cocina murciana de primavera no se queda en casa. Sale a la calle en las Fiestas de Primavera, en las barracas huertanas, en los picnics improvisados del Bando de la Huerta. Se sirve en manteles de cuadros, se comparte entre risas y se riega con vino de Jumilla o una Estrella de Levante.

La primavera en Murcia no es una estación, es un menú degustación con vistas a la huerta. Una temporada donde el campo se vuelve generoso, la cocina se aligera sin perder carácter, y los murcianos sacan la artillería pesada del sabor… pero siempre con alegría, como solo nosotros sabemos hacerlo.

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